Luego de tres debacles electorales consecutivas (2016, 2018, 2021), el Partido Revolucionario Institucional vive uno de sus peores momentos políticos – electorales en su historia, no solamente por haber perdido la confianza de los mexicanos, sino por la crisis interna y las disputas que se avecinan por las «migajas» que quedan del instituto político que por décadas gobernó y controló los destinos del país.
La falta de un bien liderazgo ha sido el causante de esta molestia entre los priistas; porque Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI; Carolina Viggiano, secretaria general; y su esposo Rubén Ignacio Moreira Valdés, exgobernador de Coahuila; así como muchos otros miembros del CEN, salvaron su «pellejo» y lograron una diputación federal por la vía de representación proporcional.
Y mientras ellos habían asegurado su futuro político para los siguientes tres años, fueron los causantes de la dolorosa derrota del pasado 6 de junio.
En el caso de Sinaloa, la situación fue aún más desastrosa. Por primera ocasión perdieron la gubernatura ante Morena y Rubén Rocha Moya; y sólo ganaron una presidencia municipal y una diputación local por mayoría relativa; ambas en el municipio de Sinaloa, que se vio manchada por sangre por la imposición del crimen organizado en el resultado final y el asesinato del excandidato morenista, José Román Rubio López.
Desde entonces, los priistas están en la lona y desconcertados, no encuentran el camino a seguir, y no tienen un líder que los guíen. Jesús Valdés Palazuelos renunció de inmediato al cargo de presidente del Comité Directivo Estatal, luego del mal resultado obtenido en las urnas y por el mal trato que recibió de la dirigencia nacional, al dejarlo marginado de las diputaciones federales «pluris»; y prefirieron darse la posición a Paloma Sánchez, una sinaloense desarraigada de Sinaloa, y que es una desconocida en el estado.
Pero el golpe más duro para el priismo sinaloense lo recibieron del gobernador Quirino Ordaz Coppel, al ser invitado por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para que sea el embajador en España, el cual aceptó con mucho gusto.
Lo que significa que el primer priista en Sinaloa se sumó a las filas de las Cuarta Transformación; lo que desató una serie de especulaciones y acusaciones entre los militantes del tricolor, sobre traiciones y simulación de apoyo durante las campañas.
Esto tuvo una reacción inmediata de la dirigencia nacional con Alito Moreno, quien le recordó a Quirino Ordaz que como priistas deben pedir permiso al Consejo Político Nacional del PRI para ocupar este cargo diplomático, de lo contrario, corre el riesgo de ser expulsado del partido; cosa que no preocupó en lo absoluto al gobernador sinaloense.
Alito Moreno no se quedó con los brazos cruzados, y ha trascendido que él mismo designará a un dirigente estatal, ya que no confía en los actuales, Cinthia Valenzuela Langarica y Sergio Jacobo Gutiérrez, ambos son de todas las confianzas de Quirino, quien con la fuerza e influencia que todavía le queda, desea imponer a los nuevos dirigentes, pero tiene enfrente a la dirigencia nacional.
La voz de ataque en Sinaloa la inició el exgobernador Jesús Alberto Aguilar Padilla, quien le pidió a Alejandro Moreno que no meta las manos en la renovación de la dirigencia estatal del PRI, para que sean los priistas quienes elijan a su dirigente, ya que se corres el riesgo de que designen a alguien que no tenga fuerza, identidad, ni conexión con las bases.
Además, Aguilar Padilla responsabilizó a Moreno del resultado electoral, en el que perdieron las 15 gubernaturas que estuvieron en juego. Este ha sido el peor resultado en la historia del partido.
La única fuerza en Sinaloa que tiene el PRI es el grupo parlamentario en el Congreso del Estado, conformado por ocho legisladores, coordinados por Ricardo Madrid Pérez, principal operador político de Quirino Ordaz; y con cuatro miembros leales al gobernador sinaloense.
La verdadera batalla entre los priistas se desatará a partir del 1 de noviembre, una vez que termine el periodo gubernamental de Quirino Ordaz y que prepare sus maletas para mudarse a su nueva residencia en España. Por cierto, en la casa del gobernador de La Primavera, en Culiacán, ya inició la mudanza desde el fin de semana.
Son varios los liderazgos priistas que han levantado la voz a la dirigencia nacional, no se van a dejar imponer a un dirigente designado en la Ciudad de México, y menos un delegado especial; piden ser escuchados y tener liderar para poder elegir a una dirigencia estatal.
Está puede ser la última oportunidad del PRI se resurgir o terminar por desaparecer durante el periodo de la Cuarta Transformación, que tal parece llegó para quedarse por muchos años.