Golpe de autoridad de Rubén Rocha Moya

 

COLUMNA EN LA MIRA

A quienes todavía les quedaba duda quién será el que gobernará y tomará todas las decisiones en Sinaloa durante los siguientes seis años; Rubén Rocha Moya envió un fuerte, claro y contundente mensaje a Héctor Melesio Cuén Ojeda, a todos los pasistas y de paso a los morenistas y a los que forma y serán parte de la Cuarta Transformación en el Estado, el gobernador será él.

La serie de declaraciones, activismo en medios de comunicación y agenda paralela que Cuén Ojeda mantiene en la Ciudad de México con personajes de Morena, no tiene nada contento a Rocha Moya, y el tema del nombramiento del secretario de Salud, terminó por sacarle el tapón, lo que dejó entrever que la relación entre los ex rectores de la UAS no es la mejor en estos momentos.

“Yo no estoy friccionando con nadie. Yo soy el que está proponiendo”, fueron las palabras del gobernador electo, con un tono ya molesto; y quienes saben leer entrelíneas entendieron que este mensaje cierra por completo la posibilidad de que en Sinaloa haya un co gobierno, como lo ha venido pregonando Héctor Cuén, desde que ganaron la elección.

¡Más claro ni el agua!, el Partido Sinaloense, ni Cuén Ojeda co gobernarán Sinaloa, el líder pasista será secretario de Salud -quien sabe cuánto tiempo- y será un subordinado de Rubén Rocha y deberá respetar las jerarquías; de paso tendrá un jefe de Gabinete, que será Enrique Inzunza Cázares, un personaje duro y que tendrá mucho poder.

Así que Cuén Ojeda no tiene más opción de disciplinarse, aceptar su nombramiento y cumplir con los protocolos establecidos para un secretario de Gobierno del Estado: Nadie figura, ni declara más que su jefe el gobernador.

Además de Salud -solo el cargo de titular, ya que en posiciones claves habrá personas de toda la confianza del gobernador electo- el PAS tendría otra Secretaría, pero únicamente queda pendiente Turismo por designar, algunas subsecretarías y direcciones.

Nadie se quiere pelear con un gobernador, y menos antes de su toma de protesta, porque serían seis años de una guerra que de entrada estaría perdida; y si se trata de una ruptura con un aliado, los agravios son más fuertes.

 

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