Los agricultores de aguacates se enfrentan a un arduo desafío para transportar su preciada cosecha hasta las mesas de Estados Unidos durante la popular temporada del Super Bowl.
La ruta que recorren los camiones cargados de aguacates es peligrosa debido a los cárteles de drogas, delincuentes y bandas de secuestro y extorsión que operan en la zona.
La odisea comienza en pueblos como Santa Ana Zirosto, situado en las montañas nevadas y boscosas de Michoacán.
Los camioneros suficientemente animados al enfrentar los 60 kilómetros hasta Uruapan, donde se realiza el embalaje y envío, son escoltados por la policía estatal para garantizar la seguridad de la fruta y los vehículos.
Jesús Quintero, un camionero local, recolecta las cajas de aguacates cosechados la víspera y se une a la caravana policial que conduce a Uruapan; sin embargo, los robos no son infrecuentes, con delincuentes aprovechándose de la oportunidad para robar tanto la fruta como los vehículos.
Afortunadamente, la presencia de escoltas policiales ha disminuido los robos y, según el oficial de policía Jorge González, se han logrado reducir en un 90-95% aproximadamente. : la llegada a las plantas de embalaje se realiza sin problemas, lo que permite a los productores como José Evaristo Valencia concentrarse en sus cultivos y no tener que preocuparse por la seguridad de su cosecha.
Una vez que los aguacates llegan a las ciudades de Uruapan o Tancítaro, conocida como la capital mundial del aguacate, la ruta hacia el norte es más segura.
El envío de aguacates para la temporada del Super Bowl es un evento anual en Uruapan y un respiro de la violencia provocada por la disputa de cárteles como los Viagras y el Jalisco Nueva Generación.