Los procesos educativos formales presenciales son alcanzados favorablemente cuando los aspectos socioemocionales y cognitivos se satisfacen en el estudiante durante su vida académica, en contraste con el modelo educativo cien por ciento a distancia, como el que se trabaja en todos los niveles educativos desde 2020 cuando inició la pandemia.
El doctor en educación, Daniel Emmanuel De Loza Dones, secretario académico de la Facultad de Ciencias de la Educación (FACE) de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), compartió lo anterior al hablar de los beneficios de asistir a clases presenciales.
“Recordemos que ellos no fueron formados para una educación a distancia, ya que durante toda su trayectoria académica han estado en contacto con el compañero, con el profesor, lo cual les es más familiar que estar en el aula virtual”, sostuvo el universitario.
Además, desde que se trasladó la práctica educativa presencial al modelo educativo a distancia por la pandemia, se vieron afectados en consecuencia dichos aspectos, al no seguir, en su mayoría, la estructura educativa correcta que el modelo a distancia necesita.
“Porque no estaban preparados tanto alumnos como académicos ni el mismo modelo de varias universidades no solo de la nuestra para la educación a distancia; por lo tanto, se tiene que hacer una revalorización de toda la práctica educativa y se debe hacer a la par en lo que la pandemia transcurre y afecta los procesos educativos”, indicó.
De ahí, surge la necesidad de que el profesor transforme radicalmente los procesos educativos al igual que los alumnos “donde el aula virtual genere espacios distintos de comunicación e interacción entre los miembros”.
“Por lo tanto el proceso educativo también cambia y también debe transformarse”, añadió.
Finalmente, destacó que para atacar el rezago educativo que, en consecuencia, dejó la pandemia, es necesario que la comunidad estudiantil y docente retome los espacios presenciales para generar “experiencias de aprendizaje con las que ellos se identifiquen más”.