Columna El Cambalache
Por Estefanía López
Quitar a alguien de su cargo político, quien se supone fue votado por la ciudadanía en las elecciones, para poner a otro que mejor le parezca al gobernador… No lo sé, espero que realmente la gente se sienta representada por sus diputados locales.
La democracia no existe. Se ha quedado en una descripción y característica de nuestro sistema de gobierno mexicano. Se ha quedado escrita en papel y en un intento exhaustivo para ejercerse por parte el INE al organizar las elecciones.
Lo recientemente ocurrido en Culiacán, con el desafuero del alcalde Jesús Estrada Ferreiro y la designación de su sustituto, Juan de Dios Gámez quien resultó ser ahijado del gobernador, Rubén Rocha Moya, nos invita a reflexionar sobre la factibilidad de la participación democrática en nuestros días y su verdadero ejercicio. Sin duda, nos hace concluir de forma escasa y mediocre que, los ciudadanos no ejercemos la democracia. Aún cuando nos la han otorgado como un derecho, aún cuando en cada elección nos invitan a votar y nos motivan a participar.
La democracia no existe en tres situaciones. Una ya muy común, otra que cada vez es más visible y la última que pudiera ser novedosa y con un gran potencial para ser objeto de estudio.
La democracia no existe por la falta de cultura de la participación democrática y educación cívica que impide la ejecución del voto libre de transparentes y verídicos resultados.
El condicionamiento del voto a través de las dadivas y los programas sociales de gobierno, es una practica de antaño.
Misma que se ha aprovechado de la falta de educación y precaria condición participativa de la ciudadanía para ganas elecciones y ostentar cargos.
La democracia no existe porque la ingobernabilidad del estado se ha resguardado en el crimen organizado, que desde siempre ha intervenido en la elecciones, sin embargo, está intervención ha cobrado mayor relevancia en los últimos procesos electorales. Sinaloa y México han sido noticia nacional e internacional por los videos y fotos difundidos en los que se ven grupos armados robando casillas… y no es un secreto que en el 2021, candidatos y operadores de partidos políticos fueron secuestrados y amedrentados por empistolados.
Ahora, vemos también otro indicio de que la democracia, indiscutiblemente no existe.
A pesar de que el ejercicio del voto es polarizado, limitado y sus resultados distorsionados por las circunstancias ya mencionadas, hay que destacar que el voto es lo único que tenemos y aún así hay que valorar la poca democracia que representa.
El voto fue que le dio el triunfo a Jesus Estrada Ferreiro en el 2018 y después en el 2021 para su reelección. Sin embargo, ahora resulten que el control del poder puede quitar y poner a quien no desee sin importar en lo mínimo el ejercicio democrático de la ciudadanía.
Y los delitos por los que se acusa a Estrada Ferreiro no están en discusión, sin duda, son verídicos y procesales, pero resulta hasta ofensivo saber que nuestro voto solo cuenta mientras que al máximo líder político no le moleste o le cause problema. Es decir, mientras no tenga conflicto político con quien le dimos el voto.
Estamos viviendo la etapa de la caída de la democracia más visible, más cínica y destapada. Ya no es una dádiva o un programa social, son balazos y poder.
¿Que nos espera después? Si la cosa va así, ya pa que votamos.