Doña Abrahana Oriona Alvarado vio su primera luz en el poblado de Santa María, hace ya 76 años, y toda su vida ha vivido en esta pequeña población que dentro de poco quedará bajo el agua, pues formará parte del embalse de la presa Santa María.
Ella es una de las primeras 58 familias que ya recibieron su casa en el nuevo Santa María, ubicado cuatro kilómetros tierras arriba, y ya empezó a mudarse a ese nuevo hogar, donde iniciará una nueva vida al lado de sus hijos, y lo hace llena de esperanza, como los demás pobladores.
Su casa en el pueblo original está construida de adobe, con techo de tejas a dos aguas, como todas las casas de Santa María, y está ubicada a un costado de la iglesia de la Purísima Concepción, templo que también tendrá el nuevo pueblo, pues por petición de los habitantes, se construyó una réplica exacta, la cual el pasado jueves ya fue bendecida por al obispo de la Diócesis de Mazatlán, Mario Espinoza, quien ofició la primera misa, a la cual asistió el gobernador Rubén Rocha Moya.
Doña Abrahana dijo sentirse algo triste por tener que abandonar el pueblo que la vio nacer, y donde está sepultado su esposo, quien murió hace apenas un año, pero su rostro también refleja esa luz de esperanza por empezar una nueva vida en otro lugar, con mejores condiciones a las que se acostumbró en sus 76 años en su natal Santa María.
Para ella, este radical cambio no ha sido del todo desalentador, pues reconoció que el Gobierno del Estado le cumplió con la indemnización de su casa, además del huerto de ciruelas del que se mantuvo su esposo, compuesto por 612 ciruelos, los cuales también se los pagaron, y otro huerto de su hijo, con más de 100 árboles también de esta fruta.
Al preguntarle su opinión sobre el nuevo pueblo, respondió que le gusta como quedó. “Sí está muy bonito, pero tiene que imponerse uno, lo bueno que no nos van a cobrar el agua ni la luz, ésa es una ventaja para mí que vivo sola”.
Añadió que también tiene confianza en la palabra del gobernador Rocha, y no duda que cumpla todo lo que les prometió al inaugurar el nuevo Santa María este jueves anterior, pues como él dijo en ese momento, conoce por lo que están pasando, porque en su niñez le tocó también ser desplazado de su pueblo natal Batequitas, en Badiraguato.
Justamente este sábado, la gira del presidente Andrés Manuel López Obrador por Sinaloa concluyó con una visita a la presa Santa María, para conocer los avances en su construcción, junto con el gobernador Rocha.
Santa María luce en estos días semidesierto, pues las familias ya empezaron a mudarse a sus nuevas casas, lo hacen poco a poco, trasladando sus pertenencias en varios “viajes”, como queriendo aprovechar hasta el último momento para estar en sus casas, esas fincas rústicas, de adobe cocido, techos de tejas, con sus paredes encaladas, ventanas de madera y claraboyas con tabiques parados, donde han vivido toda su existencia.
“Ojalá y nos vaya bien”, se despidió doña Abrahana.